La Constancia de la Farsa
Dicen que el proceso electoral se adelantó. Que las campañas ya iniciaron. Como si alguna vez se hubieran detenido. Tirios y troyanos se acusan de actos anticipados, simultáneamente pintan bardas buscando posicionar colores y nombres. Los aspirantes a próceres, desde la ambigüedad, alistan sus estandartes y están listos para venderse como salvadores de todo… menos de ellos mismos.
La pregunta constante es: ¿Dónde está el IEEQ? Muchos políticos, desde su torre de cristal, exigen al árbitro electoral ponga orden en pos de la justicia y la equidad. Le endosan al Instituto la responsabilidad del inicio de procedimientos, le transfieren la carga de la prueba y le cobran un costo político, en resumen, le exigen que haga magia… pero sin despeinar sus intereses.
Los jilgueros del poder se arrancan las plumas mientras pregonan. Lo más sencillo es echarle la culpa al árbitro, cuando en realidad, todo se trata de la misma parafernalia de siempre. En los partidos políticos la constancia de la farsa es tan indiscutible como los 360 grados que tiene un círculo.
Vivimos en un régimen de partidos políticos. Ellos hacen las reglas, ellos son los que promueven la ambigüedad, ellos son los que maniobran con la normatividad en su beneficio. Con premeditación son ellos los que redactan las reglas con zonas grises.
No perdamos de vista que los partidos son los principales inhibidores de la progresividad de derechos y la perspectiva de género. Los institutos políticos a través de sus legisladores son los que anteponen sus privilegios a través del concepto de la autodeterminación partidista.
En medio de la pugna electoral los partidos que quejan de las reglas y procedimientos que ellos mismos impusieron. Se quejan de lo que ellos crearon ¿No es esto, digámoslo sin rodeos, profundamente esquizofrénico?
Señalemos con claridad: el Instituto Electoral no está para improvisar, tiene que apegarse estrictamente a lo establecido por la ley, no está para reaccionar a ocurrencias y calenturas de liderazgos partidistas. Es un órgano técnico. Su trabajo es aplicar la ley, no resolver traumas institucionales.
Partidos: si no están de acuerdo con los términos de la ley que ustedes mismos generaron, es muy sencillo, cámbienla, denle claridad y doten de mayor certeza los procesos electorales. No quieran envolverse con la bandera de la equidad democrática cuando claramente nadie les cree.
La realidad es que todos los partidos son iguales; pintan bardas, montan lonas, simulan entrevistas en revistas para subirse en espectaculares. ¿Para qué tanto brinco si el piso esta tan parejo? Dejemos la hipocresía y permítanse hacer todo de manera abierta. Ya sabemos que, aunque se lo “prohíban”, lo va a seguir haciendo.
Dejen de llamar la atención con la constancia de la farsa. Pónganse a chambear en lo trascendente.
@CesarZafra