El gobierno de la 4T no solo es un desastre en el interior, ahora trasciende las fronteras con la práctica de su “diplomacia rupestre y ofensiva”.
AMLO sin prudencia alguna. Se conflictúa con el Estado del Vaticano, exigiendo emitan una disculpa por hechos acaecidos en la Edad Media.
Algo semejante sucedió con el gobierno de España, al exigir lo mismo; por supuesto lo han ignorado. Poco le faltó demandar o pedir reparación de daños.
Con el gobierno de Joe Biden, también se molesta porque brinda apoyo económico a organizaciones sociales mexicanas que lo critican y exige por medio de “nota diplomática” una explicación y que cesen los apoyos a esas organizaciones no gubernamentales. Ñor supuesto no ha recibido ni recibirá respuesta diplomática.
Mas está presto para regalar dinero; dinero de los mexicanos que obsequia a gobiernos extranjeros que comulgan con sus ideas; bajo el pretexto de poner en práctica sus “programas sociales”, esos que en México han sido un rotundo fracaso para contener la violencia, según AMLO, son la génesis de la violencia. Para esos gobiernos proclives a López, sí hay apoyos.
A fin de representar a México en el extranjero, está terminando con la carrera diplomática que tanto éxito y reconocimiento de respeto dio a nuestro país. AMLO nombra a sus “amigos de farra política”. Desprecia la sensibilidad diplomática para tratar a gobiernos amigos. Entre “cochupos, corruptelas y compromisos”, envía como representantes de la diplomacia mexicana a los menos indicados, sin experiencia diplomática, claro, lo único que genera es desprestigio y desconfianza no solo al interior de nuestro país, también hacia el exterior.
El vergonzoso asunto de Panamá será otro hecho para la historia negativa de la diplomacia mexicana. AMLO designa a Pedro Salmerón como embajador y el gobierno panameño rechaza la designación. Un hombre precedido de un pésimo prestigio, resalta el de acosador. Luego López encuentra la justificación y echa la culpa a la politóloga Denise Eugenia Dresser Guerra, como la causante del desprestigio y “linchamiento” de Pedro Salmerón. Lo cierto que la diplomacia panameña reprobó el nombramiento, designaciones que son aprobadas por el Senado de la República, claro por la bancada de Morena.
Apenas se “lamía la herida” el presidente López Obrador, por el rechazo de Salmerón, cuando “saca de la manga” la propuesta de Laura María de Jesús Rodríguez Ramírez, mejor conocida como “Jesusa Ramírez”, senadora suplente de la ministra en retiro Olga María Sánchez Cordero Dávila, conocida como “el florero de López”.
La lluvia de críticas no se hizo esperar desde el país centroamericano de Panamá; la ofensa que recibió una ofensiva diplomática ¿Qué le hicieron los panameños para merecer semejante desprecio?
Organizaciones civiles panameñas se quejaron de quien no será representante de México en aquel país. En el periódico llamado LA ESTRELLA DE PANAMÁ, publican el anticipado rechazo. Escriben: “Políticos y líderes de opinión exigen se respete al país en la designación del nuevo diplomático; La Alianza Panameña por la Vida y la Familia, expresó su desagrado y rechazo a las declaraciones del presidente de México, en contra de la ministra de Relaciones Exteriores, Erika Mouynes, por su opinión frente a la designación del señor Pedro Salmerón como embajador”. Luego acusan a “Jesusa”, a quien señalan: “representar todo lo contrario a los valores sobre los que se fundó nuestra nación”; “No aceptaremos que nuestro país (sic) se le envíe a todo lo que estorba”; así como se rechazó a un acosador, se rechace a una abortista, defensora de la marihuana, quien además ha demostrado no tener ningún respeto por las creencias religiosas de un pueblo como México al representar a Sor Juana Inés de la Cruz en marchas del orgullo gay…”. Bien por los panameños.
¿Qué cosa ha hecho México a los panameños si siempre nos han tratado excelentemente bien? Por supuesto que nada.
AMLO prueba con creces lo rupestre del desprecio por la diplomacia y, por ende, por la política en general. No entiende razones, ensoberbecido de poder cree que todas sus decisiones son correctas, cuando en realidad practica la barbarie; obcecado con proteger y ocultar su “ignota ignorancia”.
No cabe duda que el presidente López Obrador ¡Es un peligro para México!
¡No a la “ratificación de mandato! No se puede ser comparsa de un fraude.
Héctor Parra Rodríguez