El presidente de la República se comprometió a inaugurar, no a terminar, la obra del viejo aeropuerto militar de Santa Lucía; a partir del 21 de marzo, oficialmente aeropuerto internacional Felipe Ángeles (AIFA) y cumplió. Hizo su fiesta de inauguración.
A la fiesta fueron invitados cientos de “acarreados” con algunos alimentos en bolsa de hule en mano. No olvidan sus raíces. También fueron invitados políticos, gobernadores, vendedores ambulantes. Tenía que lucir la fiesta “populachera” para el pueblo que nunca usará un avión, pero eso qué importa, fueron al festejo.
El gran problema de la enorme fiesta que preparó el gobierno de la 4T, en manos de la soldadesca, que no tienen experiencia en ello, omitieron muchos implementos necesarios para el festejo. Vamos hasta el agua olvidaron, ni en los baños hubo agua corriente para lavarse las manos. El aeropuerto civil en manos de militares.
Hubo que simular vuelos de inauguración. Algunos pasajeros que compraron boletos casi regalados con tal de usar el aeropuerto. Lo que no sabían esos incautos usuarios, que llegar al aeropuerto les saldría más caro, no hay autobuses ni tren y los precios de los taxis por las nubes, al igual que los transportes ejecutivos. El irónico de AMLO sugirió taxis aéreos de 15 mil pesos.
La fiesta se llevó a cabo con obras sin concluir. Los negocios en el interior de los pasillos sin puertas y la mayoría desocupados, así que nada de “souvenirs”.
Los “gusanos” para subir o bajar de los aviones aun sin funcionar. Como en aeropuertos “playeros” a caminar para el arribo o la salida. Tampoco hubo el mecanismo automático de entrega de maletas, había que cargar con ellas en todo momento desde la entrada hasta el avión.
Al paso de las horas llegó ineludiblemente la hora de alimentarse, no había restaurantes, así que el ambulantaje no se hizo esperar, apareció una mujer vendiendo “tostadas” a las que les llamaron “tlayudas”; a falta de previsión en servicio fue en el suelo. La señora se hizo famosa, pues no cobraba el alimento que entregaba. Obvio, la llevaron de improviso para satisfacer el apetito de algunos comensales. López Obrador se enorgulleció de las “tlayudas”, en lugar de una torta llamada “hamburguesa”; así de ignorante el mandatario.
Las loas ibas y venían por parte de los políticos en tanto muchos de los invitados se dieron vuelo filmando todo, desde los baños hasta la “cocina”. Una fiesta sin bebidas, vamos ni agua y sin alimentos.
Se “desgarraban las vestiduras” algunos políticos, intentando resaltar virtudes que no existen. Es más, la pista se volvió peligrosa para los aviones, los ventarrones levantaron enormes polvaredas que perjudican las turbinas de los aviones; claro no sembraron un solo pasto, ni de plástico para dar la apariencia de verdor; nada concluido y ante semejante fracaso no faltaron los zalameros.
Las vías de acceso al “nuevo” aeropuerto, imposibles. Quien intentó llegar y lo logró, fue después de perderse en el camino ante la escases de señalamientos y por la falta de vías de comunicación, algunas en proceso de construcción. Hasta una hora para llegar del centro de la Ciudad de México al aeropuerto; fue más sencillo arribar de Puebla o Hidalgo, cuando que se supone es aeropuerto capitalino.
A pesar de la denominación de aeropuerto “internacional”, no hay vuelos de líneas extranjeras ni mexicanas al extranjero. Muchas razones se mencionan, tales como la falta de autorizaciones o certificaciones de las empresas que otorgar la garantía de ser aeropuertos confiables para la navegación, como MITRE, entre otras.
Comparto lo que MITRE dejó por escrito, se puede obtener directamente en su página de internet, debido a la trascendencia de la información: “MITRE ha expedido muy diversos documentos técnicos, reestudiados por expertos en la materia, que explican la razón por la cual considera que el sitio en Texcoco es un sitio aeronáuticamente excelente, además de ser poco común en el mundo de hoy, por su cercanía al centro de pasajeros al que serviría. También ha mencionado que la alternativa AICM+Santa Lucía es preocupante al requerir la creación de un espacio aéreo sumamente complejo que además no ha ido más allá de un plan conceptual ni ha sido simulado (como el del NAIM) y que, lejos de satisfacer las necesidades de la CDMX por gran parte del presente siglo, se re-saturará en un brevísimo período. MITRE ha estudiado fuera de alcance contractual, en forma comparativa, el NAIM vs. AICM+Santa Lucía”.
“Así pues, si tan solo dos razones, aeronáuticas deben ser mencionadas por la que debería evitarse la alternativa AICM+Santa Lucía, estas son: a) La innecesaria complejidad que puede llevar a problemas importantes que tendría que crearse para manejar ambos aeropuertos a la vez, cuando existe una muchísimo mejor opción con un total de tres pistas, no de cinco; b) El hecho de que nadie ha desarrollado el obligado estudio de espacio aéreo de AICM+Santa Lucía, dejando a un costado, ante la abrupta orografía de la CDMX, que el sistema debe diseñarse “de arriba (el espacio) hacia abajo (las pistas)”, no al revés. Lo anterior no sólo lo dice MITRE. Mucho de esto fue expresado claramente por la Organización de Aviación Civil Internacional (OACI) en su informe final al respecto en 2014. La idea de que sumar pistas equivale automáticamente a mayor capacidad, sin importar la geometría (“configuración”) de las pistas, obstáculos, el espacio aéreo y simulaciones en tiempo real, es errónea. Dichos análisis constituyen un campo complicado que requiere, no de “diez años”, como se ha dicho, pero sí de años, no de meses. La consultora NAVBLUE, que analizó a nivel pre‑estudio el caso AICM+Santa Lucía, adujo en un informe, por medio de notas al pie de página y en su Sección 3.1.3, en forma clara y profesional, que su pre‑estudio utilizó suposiciones y por sí solo, no debe ser usado para decisiones de construcción”.
Después de la fiesta, la “cruda realidad”. El aeropuerto Felipe Ángeles nunca dará la viabilidad de seguridad aérea para empresas aeronáuticas ni pasajeros.
El cascarón que simula un aeropuerto será eso, un cascarón sumamente costoso.
Otro fraude de López Obrador, pretendiendo engañar a los que nunca utilizarán en su vida un avión para vuelos internacionales. Las compañías nacionales ya son presionadas para que acepten que sus líneas operen en el aeropuerto del capricho.
Héctor Parra Rodríguez