Las boxeadoras Khelif y Lin son mujeres
Por Waltter López, Vocero del Frente Queretano por el Derecho a la No Discriminación y el Estado Laico
Hola amigas y amigos de esta columna #CuádrupleHélice. Hoy les voy a comentar acerca de otro capítulo de las “Guerras Culturales” por el género que se libran a nivel mundial y que en esta ocasión involucró a las boxeadoras olímpicas Imane Khelif, de Argelia y Lin Yu-Ting, de Taiwán, así como a la proscrita Asociación Internacional de Boxeo (AIB) y al Comité Olímpico Internacional (COI).
Khelif y Lin se encuentran atrapadas en el centro de un debate sobre la identidad de género y las regulaciones en los deportes. Por una parte, sus críticos sacan a relucir sus desclasificaciones del año pasado, después de que la AIB afirmara que “no cumplieron con los criterios de elegibilidad necesarios y se filtró a las redes sociales, que tenían ventajas competitivas sobre otras competidoras femeninas”. Debido a ello, la AIB, que tiene una enorme influencia de Rusia, recibió un castigo sin precedentes al ser excluida permanentemente de los Juegos Olímpicos el año pasado y no ha organizado un torneo olímpico de boxeo desde los juegos de Río de Janeiro en 2016. Por otra parte, el portavoz del Comité Olímpico Internacional, Mark Adams, defendió enérgicamente a las boxeadoras y dijo: “no hace falta decir que, si empezamos a actuar sobre la base de sospechas contra cada deportista por cualquier motivo, entonces vamos a ir por un mal camino”.
En ese contexto de guerra cultural entre la AIB y el COI, se dio la pelea en octavos de final entre la argelina Imane Khelif y la italiana Angela Carini, quien tuvo que abandonar el combate a los 46 segundos de su inicio, tras un puñetazo en la nariz. Lo que siguió fue una catarata de comentarios y mensajes de odio de conocidas personas TERF —del inglés Trans-Exclusionary Radical Feminist—, que puede traducirse como feminista radical transexcluyente. En el feminismo transexcluyente no hay término medio ni desviación del sexo asignado al nacer. De acuerdo con esa ideología, las mujeres se reducen a sus “atributos esenciales” o al fenotipo femenino. Y parte de quienes la defienden no reconocen la condición de mujer a las mujeres trans.
Y para atizar mucho más el fuego, conocidas personas TERF como JK Rowling y Elon Musk magnificaron el asunto a través de sus redes sociales, violentando a las dos boxeadoras olímpicas, sin que les importara que sus mensajes de odio pudieran poner en peligro a esas dos mujeres.
Hasta allí la discusión y la guerra cultural se libraba en las ligas internacionales de las redes sociales. Sin embargo, un funcionario público del gobierno del Estado de Querétaro, trajo el fuego al ámbito local, estamos hablando de Apolinar Casillas, un político conocido por su pertenencia al sector de los duros de la política queretana, al hacer eco de los comentarios TERF de JK Rowling en su cuenta personal. Apolinar Casillas no es un adolescente centenial que use sus redes sociales sin pensar en las consecuencias, más bien, su aval al comentario TERF de JK Rowling suena a ese famoso “timbre de orgullo” del que se sienten orgullosos muchos políticos de su generación y con el que quieren correr un tupido velo para esconder su intolerancia, prejuicio y fanatismo.
El horno estatal no está para bollos y menos para que se imponga la moda #NiñoDeRivera, con pésimos manejos de las redes sociales de funcionarios públicos estatales que no entienden que tienen el mandato constitucional de respetar, proteger, garantizar y promover los derechos humanos de todas las personas sin excepción.