MANOS A LA OBRA. Esta semana dio inicio el proceso de entrega-recepción de las oficinas que conformarán el Instituto Registral y Catastral. Al menos en Catastro han empezado a entregar lo que les corresponde para echar a andar semejante maquinaria, misma que podría entrar en operación a partir de los últimos 10 días del mes de septiembre y tendría como sede alguna oficina ubicada en Paseo 5 de Febrero. Cada vez falta menos para meter aún más orden en el ramo.
DE MÁS A MENOS. Que por si acaso, solo por si acaso, el encargado de la política interior tendría prendida una velita en el municipio de El Marqués, a lado de su amigo, qué digo amigo, compadrísimo Rodrigo Monsalvo. Aunque en realidad ya no se sabe pa’ dónde mira; entre regulación de anexos, comercio ambulante y temas de agua, ya no hay claridad de la agenda de trabajo ni de la intención subterfugia. El que mucho abarca, poco aprieta. Lección de vida.
MESURA. Luis Nava rindió cuentas el pasado fin de semana, mismas que resultaron positivas por todo el trabajo hecho en estos 6 años. El saldo fue tan bien visto, que muchos empezaron a promoverlo para llegar directo a la casa del PAN, pero él prefiere mesura. No se adelanta y guarda silencio. Sabe que del plato a la boca se puede caer la sopa. La experiencia que ha adquirido le da la suficiencia en conocimiento político para pedirle a su equipo que, de momento, es mejor cerrar la boca.
MAGISTRADOS. Desde hace días los interesados están cabildeando con los tomadores de decisiones políticas la posibilidad de colarse entre las preferencias. Una de ellas, Cecilia Pérez, asomó la cabeza con antelación para buscar la presidencia del TSJ y los francotiradores de algún grupo ya le tiran a diestra y siniestra. Unos la acusan de ser demasiada azul, otros la señalan de “morenizarse”, pero como sea, le metió ruido a los principales caballeros.
FEROZ. El restaurante Feroz se ha convertido en uno de esos lugares en los que todo es permitido; de ese estilito buchón que ha comenzado a inundar Querétaro desde hace pocos años. Es de esos establecimientos de los que todo mundo sabe de su existencia pero nadie dice nada, hasta que el niño se caga en el pañal y empieza a oler mal. Hace un par de años, cuando la SSC les caía para inspección de sus guardias de seguridad privada, sorpresivamente éstos desaparecían. Y es que las revisiones constaban, entre otras cosas, de pruebas toxicológicas, ¿pues qué tanto miedo puede tener un simple guardia privado? A menos que sean consumidores de sustancias prohibidas, cosa que casi no se da en ese ámbito, ¿verdad?