Últimamente he palpado la “legítima” preocupación que tienen los padres de familia por el regreso de sus hijos a las aulas escolares; multitud de consignas en contra, han hecho de las redes sociales el megáfono del compromiso con la salud de los niños ¿Cómo van a regresar sus mocosos a la escuela? No hay semáforo verde ¡Pinche gobierno irresponsable! No entiende que los paseos al tianguis dominical, particularmente realizados para “pajarear” o terminar comprando alguna prenda de segunda , un elote cocido y un “chocomil” de dudosa procedencia, se realizan bajo las más estrictas normas de higiene; nadie entiende que cuando acuden a las gorditas grasientas y deliciosas rellenas de guisos trasnochados , los chamacos van con cubre boca , aunque la permanencia de este , se encuentre condicionada a la primer mordida, esa, que invariablemente produce el escurrimiento de líquido aceitoso y manchador que obligará a tomar una servilleta o trapo comunitario, pero ni modo que no coman, además que no pasa nada, antes de comer ,se untaron gel anti-bacterias regularmente rebajada con agua de grifo (en el mejor de los casos)hasta los codos y las superficies son pasadas por un alto control antiséptico, consistente en la limpieza con trapo percudido remojado en una cubeta mosqueada, lo cual, garantiza la salud de todos; “Regresar es morir”, rezan los post más radicales, mismos que se producen desde un teléfono genérico , mientras su autor recarga los codos en una mesa plástica, con algún logo de cerveza o refresco, montada en alguna playa ,cuya vista aérea asemeja un hormiguero , bueno, quizá exageré, el hormiguero tiene menor población qué el siempre confiable puerto de Acapulco, donde su presencia y la de su creatura está más que justificada, ¡Los niños necesitan salir! Corre riesgo su salud mental y con la pandemia, no hay dinero, ni forma de llevarlos al psicólogo, que tal que se contagian, ni lo quiera la Virgencita de Guadalupe, deidad qué será culpada de no haberle cuidado a “su chiquito”; si es que se contagia de la pinche enfermedad.
No pienso mandar a mi hijo a la escuela; me dijo una madre envalentonada en contra del gobierno federal, para que ubique , una de muchas damas, que al ganar un peso más sobre dos salarios mínimos, manejar un carro por lo regular viejo y con adeudos, y mandar a su chamaco a una escuela de medio pelo que ofrece algún método desconocido y mamón de enseñanza, se arroga dentro de una clase privilegiada para eximirse de los horribles “cabecitas negras” que por su precaria condición tendrán que mandar a sus niños a la escuela pública, donde los olores a sudor , torta de queso de puerco con frijol negro y desodorante genérico, se entrelazan como muestra inequívoca de la presencia estudiantil ; al terminar su perorata, con la firme intención de sumar mi menoscabada opinión a su “pudiente oposición“ y asumiendo de antemano, que había doblegado mi raciocinio con sus estultos silogismos hepáticos para no enviar a mis chamacas al cole; tiró a quema ropa la más incongruente, estúpida y no menos disparatada invitación que he recibido en los meses corrientes, decía más o menos así: ¿Por qué no se vienen el sábado a la casa? Es cumpleaños de mi marido, vienen sus parientes de Saltillo y mi hermana de Monterrey; claro que no fui, créame que si lo hubiera hecho, no sería tan cara dura de escribir sobre ello, sin embargo al paso de los días me enteré que el ágape terminó pasadas las 3 de la mañana, que fluyó mucho tequila y hubo bailes de cachetito; eso sí, todo bajo las más estrictas normas de higiene que no sufrieron ningún quebranto ante los humos de las bebidas espirituosas , además, todo mundo brindó a la voz de: ¡Puto el que se contagie! Con eso y la voluntad de Dios, no hay virus que aguante.
No tengo duda, el maldito bicho ha sacado lo peor de nosotros como sociedad , han salido a relucir vicios y complejos que pensamos habían sido erradicados a través de la falsa corrección política heredada de aspiraciones sajonas que fueron matando los atavismos post revolucionarios, pero no, siguen ahí, son parte de nuestro ADN; seguimos siendo un pueblo oportunista, lángaro, acomodaticio , taimado , cabrón , cínico, miserable, corrupto, corruptible ,cochupero, hipócrita, prepotente, exento ,anémico, socarron,inconfiable, desconfiado, entreguista, ojete ,muy católico, pero sobre todo; guadalupano y muy patriota.