¿A qué juega el PRI Querétaro?
«Al deseo, acompañado de la idea de satisfacerse, se le denomina esperanza; despojado de tal idea, desesperación.»
Tuve la oportunidad de vivir, más o menos de cerca, el regreso del PRI al poder en Querétaro allá por el hoy lejano 2009 y su posterior decrépito hundimiento, mismo del que no ha podido recuperarse. La burbuja partidaria fue tan sólida que a los esperpentos que “satelitábamos”, solo nos quedaba ser testigos mudos de lo que ocurría.
El éxito y júbilo, los aplausos, las loas lanzadas sobre el candidato triunfador del 2009 se esfumaron a los pocos años. Y hoy, al paso del tiempo, se ha acuñado una muy sencilla frase pero que cala hondo en los egos: «fue un buen gobernador pero un pésimo líder de partido.» Si pudiera ubicar el inicio del declive, fue en aquella época.
Hoy el tricolor queretano vive, quizás, uno de sus peores momentos. Es, por una parte, la consecuencia de decisiones extraviadas, y por otra, el impacto de un sexenio federal que guardaba una fachada de modernidad y decencia pero que en el fondo simplemente languidecía ante eventos reiterados de corrupción. Sin embargo esto último no exculpa a quienes dirigen. Hubo resultados electorales muy satisfactorios en otras entidades y en pleno amloato, cosa que no ocurrió en la localía.
Y como dice ya un transitado meme de las redes sociales: «ya no se espera nada de ustedes y aún así logran decepcionar.»
El Revolucionario Institucional está por renovar la dirigencia estatal y no se distingue una expectativa muy promisoria. Los nombres que van y vienen terminan por lograr que quienes los escuchan únicamente levanten los ojos en señal de desencanto, mientras hacen una mueca que solo refleja más desinterés.
En el 2006 el entonces líder nacional se atascó la candidatura para la presidencia de la república. Y pese a tener más de 20 gubernaturas y un buen número de legisladores, fue arrojado hasta el risible tercer sitio de la contienda. Se la cobraron los mismos tricolores. Esas lecciones de historia política fueron lanzadas a un baúl cuya llave se extravió, no sé si de modo eterno.
Aquello del padrón más robusto es el rey de los elefantes blancos. Tal vez sirva para rellenar renglones en los discursos frente a la breve militancia, pero frente a la ciudadanía y los adversarios, solo genera un ligero hormigueo en la barriga que se traduce en un risilla mustia.
De manera personal lo lamento por aquellos cuadros amigos míos que cargan el yugo de beodas decisiones. Son perfiles brillantes que inmercen el trato que se les ha dado, aunque se les reconoce el estóico aguante.
¿Qué necesita el PRI? Tal cuestionamiento requiere una respuesta autocrítica y reflexiva tan profunda que no cabría en algunas líneas flacas. Es un ejercicio interno que taladrará los egos, pero necesario.
Al tiempo.
Diego Parra García
@LaEspadaDeSanti