Desde el primer día de la toma de posesión AMLO emprendió la campaña de Estado, interviene abiertamente desde las conferencias mañaneras, siempre denostando a la oposición, ponderando a su movimiento y promoviendo candidatos con recursos del gobierno federal.
Infringe todas las normas electorales y sin consecuencias legales que lo obliguen a desistir de su conducta: literalmente delictiva. Sin respeto alguno a los preceptos constitucionales y ¡No le salgan con que la ley es la ley!
AMLO cree representar, encarnar la balanza de la justicia. En lo único que se asemeja en es tener los ojos vendados, no quiere ver la cruda realidad.
Su displicente conducta ha sido una amenaza constante. Rompe cualquier paradigma inimaginable. Su abierta y descarada alianza con la delincuencia organizada incrementa su peligrosidad con visos claros de una tiranía que ya no puede ocultar ni disimular.
O es del color del daltónico de AMLO, o todos los demás están equivocados. Su “verdad” no debe ser cuestionable. Execrable y enfermiza su maniaco mitomanía y conducta delictiva.
Ha sopesado bien los riesgos y consecuencias de todos sus abusos. Ninguna consecuencia en su contra. Es más, su movimiento sigue ganando elecciones a pesar de sus tropelías.
La alianza “Va por México” trata de ser destruida por el presidente de la República. Realiza campañas de desprestigio para destrozarla. Ciudadanos que no simpatizan con su movimiento, atienden la insidia que es promovida desde la cúpula del poder; esos ciudadanos, militantes de uno u otro partido, también atizan el fuego, al igual que los apartidistas; muchos critican a los dirigentes partidistas de la “Alianza”. AMLO consigue su objetivo.
Pocos políticos de cualquier partido podrían eludir la severa crítica de la honestidad y capacidad. No es casualidad que el presidente intente desprestigiar a Calderón, Anaya, Moreno, Fox, Fernández de Cevallos o cualesquier otro que ocupe espacios en la escena política.
Socarronamente ignora, sin embargo, a los políticos que no se entrometen en sus asuntos, como Osorio Chong, quien permanece callado para evitar problemas. A los sumisos gobernadores que entregan la plaza política, los premia y la crítica entre la militancia se enardece porque aceptan cargos públicos a pesar de ser supuestos oponentes de AMLO. A los rebeldes, como Francisco García Cabeza de Vaca, gobernador de Tamaulipas, le carga la mano con delitos para encarcelarlo. Al igual que a Ricardo Anaya.
El presidente de la República abusa y utiliza a las instituciones como “garrote” de convencimiento. Goza de la alianza y sumisión de los Poderes Judicial y Legislativo.
Al saber que no pasará su reforma electoral, se burla y se alegra que pronto saldrá Lorenzo Córdova, entonces podrán elegir “otro mejor”, según el presidente López. Olvida intencionalmente que los consejeros del INE, son designados por las 2/3 partes de las y los diputados, Morena carece de la mayoría calificada para el consumar otro abuso. Los mismos diputados y diputadas designan al presidente del Consejo General. Aquella será una escena de alianzas encarnizadas alejadas de la política ¿A quiénes logrará doblegar para que designen a “otro mejor” que Lorenzo Córdova? Más otros 2 consejeros.
Una vez más en la mañanera aludió al presidente del PRI y diputado federal “Alito” Moreno ¿Será o no consignado a las autoridades judiciales? A la vez que insiste en que no “cobren su salario” los diputados por aquello de la “moratoria constitucional” de AMLO. Desde el púlpito presidencial diariamente agrede, la incesante campaña de Estado no cesa.
Así logra dividir a propios y extraños, consigue su objetivo sin que los incautos se den cuenta y caen en el sucio juego del presidente. A pesar de apoyar la alianza “Va por México”, esos incautos critican acremente a los integrantes de la alianza, socavan aún más el “desprestigio” de sus integrantes. Craso error de los incautos.
Ninguno de los políticos que crucen el pantano logran salvarse de ensuciarse. Pero ¡Estar con López Obrador: es lo peor!
Es necesario vencer la campaña de Estado emprendida desde la presidencia de la República, evitar que gane su movimiento las próximas elecciones estatales y federal, para no perder al país. Debe evitarse caer en el sucio juego del vituperio y desprestigio. Seguirá la “caza de brujas” que aplica el gobierno federal en contra de la disidencia.
Solo con unidad se podrá vencer a López Obrador y sus aliados de la delincuencia organizada.
“Va por México” necesita de un electorado unido, fuerte y solidario.
De lo contrario, por apatía la tiranía se instalará en México, con el asentimiento ciudadano dividido e incauto. La elección de Estado sigue su marcha. La más grande mentira de AMLO: “Garantizar la felicidad del pueblo”.
Héctor Parra Rodríguez