La corrupción y las mentiras son el fuerte de la política de Estado del presidente de la República y no cambiará en lo que resta de su mandato.
Miente con gran facilidad y mediatiza su mitomanía utilizando los recursos públicos. Derivado de la reunión que tuvo con empresarios y que no fue abierta a los medios de comunicación, resulta que, según AMLO, algunos empresarios se mostraron arrepentidos y le pidieron perdón por las trapacerías del pasado ¿Seguro? No dio nombre alguno de los empresarios “confesos y arrepentidos”. Así que, en el juego de las mentiras cualquiera puede imaginar que varios de los asistentes son “corruptos arrepentidos” ¿Quiénes? El presidente deja en el imaginario a no proporcionar nombres, ni guardar el secreto de confesión.
Pero ¿En realidad sucedió lo que afirmó el presidente? No lo creo y la “duda mata”. Los empresarios no saben cuál de ellos se “confesó” ante AMLO y voltean a verse para saber quiénes de ellos son los “corruptos arrepentidos”. La mentira convertida en verdad no comprobable. Así seguirá el presidente, manipulando la información. Por supuesto, los seguidores de López “arden de coraje” en contra de la clase empresarial al estigmatizarlos de corruptos. Dejó sembrada la duda en todos, ni los mismos empresarios saben quiénes son los “corruptos confesos y arrepentidos” ¿Seré yo: dijo Judas ante la traición?
La perversa manipulación de la información es una virtud y un arte en la boca del presidente.
No se quedó callado después de la reunión que sostuvo con algunos “magnates” mexicanos. No desveló nombres de “empresarios corruptos y arrepentidos”, dispuestos a colaborar en su gobierno “bajo las nuevas reglas”. Sin embargo, AMLO generó la certeza en algunos ingenuos de la existencia de la corrupción de algunos de los asistentes.
¿Por qué entonces el presidente no denuncia a los “confesos, corruptos y arrepentidos”? Así de simple, le pidieron disculpas y confesaron ser corruptos. Las mentiras del presidente no tienen límites.
Se trata de una grave acusación de corrupción que, sin prueba alguna resulta falsa, pero cierta en la percepción y genera dudas en muchos mexicanos, no así a la clientela política del presidente a la que debe alimentar a diario con alguna mentira.
Pregunta ¿Acaso será Carlos Slim uno de los corruptos, por aquello de los más de 800 millones de pesos que donará filantrópicamente por su mala obra de la Línea del Metro que causó 26 muertes? ¿O Daniel Servitje, del grupo Bimbo? Vamos ¿Quiénes se confesaron culpables?
La mentira es burda. En la comida no hubo reuniones privadas ni pláticas privadas con algunos de los acaudalados empresarios. No hubo “confesionario” ¿En qué momento realizaron el “acto de contrición y arrepentimiento”? ¿Fue pública la autoflagelación? ¡No!
Luego, la lógica indica que AMLO miente, inventa para ganar simpatías. El hombre es tan bueno que parece “pan blando” e inspira tanta confianza que, cual sacerdote de culto religioso, los culpables se acercaron a él, se “arrodillaron”, y terminaron confesando sus culpas (pecados veniales) y AMLO los absolvió de todo pecado al arrepentirse de sus delitos; ya podrán aspirar a contratos con su gobierno. Vaya que se requiere malicia y perversidad, como la del presidente para creer en semejantes mentiras.
La batalla en contra de la clase empresarial continúa. Ningún empresario puede confesar nada, pues nada les consta. Solo la “palabra de dios AMLO existe” y cual dogma de fe, hay que creerla. Deja, sin embargo, muy mal a los empresarios que accedieron y asistieron al ágape con el presidente de la República. Cualquiera de ellos puede ser el corrupto al no dar nombres; lanzó acusaciones de supuestas confesiones de corrupción, acompañadas de arrepentimiento.
Dejó “muda” a la clase empresarial; sin defensa. Al no dar nombres de los corruptos, “todos los asistentes en automático entraron a la misma bolsa de la especulación” ¿Quiénes son los corruptos, confesos y arrepentidos? De la supuesta cortesía (invitación a comer) mutó a la ofensa. Clásico de López Obrador.
A contrario sensu, acorde a lo afirmado por el presidente, esa misma clase empresarial tiene la obligación de desmentir los dichos del mitómano. Afirmar que: ¡Ninguno aceptó lo que aseguró AMLO! Mas nadie será capaz de enfrentar al iracundo y vengativo de López Obrador. Cayeron en la trampa y ni cuenta se dieron.
Héctor Parra Rodríguez