Gatos Cuánticos
La incógnita en la participación ciudadana es saber en dónde está. ¿Realmente existe? Hay quien cree que se esconde en sindicatos, gremios o estructuras clientelares. Otros, consideran que la verdadera incidencia ocurre en los barrios, comunidades y en la organización estudiantil; sin embargo, hay algo que pocos advierten: su invisibilización no es fortuita.
La participación ciudadana es un derecho humano, reconocido en algunas constituciones, como la de Chihuahua. Su constitucionalización no solo la visibiliza, sino que permite la creación de normas y políticas públicas que expandan su alcance. Aquí es donde surge una pregunta clave: si es un derecho, ¿por qué es tan difícil ejercerlo?
La realidad es que la participación no ocurre por sí sola. La autocracia y/o el partidismo prefieren controlarla y la mejor forma de inhibirla es invisibilizándola; o bien, menospreciarla. Pero el menosprecio tiene un efecto inesperado.
Es común escuchar el término “4 gatos” para referirse despectivamente a las organizaciones de la sociedad civil. Sin embargo, estos “4 gatos” han demostrado una permanente resiliencia. Se profesionalizan, abanderan causas, generan litigios estratégicos, impulsan leyes y tocan las puertas de la Suprema Corte. Efectivamente son pocos, pero su constancia les ha permitido ser factor de incidencia. Y aquí es donde se produce un fenómeno interesante: se convierten en “Gatos Cuánticos”.
Los Gatos Cuánticos, son congruentes con su característica, parecen estar en varios lugares al mismo tiempo y en distintos momentos. No solo defienden sus causas, sino que interactúan con otras luchas; articulan redes de apoyo. Son multimodales, versátiles y, sobre todo, efectivos. Y es con ello demuestran que, para incidir, no se necesita una multitud, sino calidad de conciencias.
La participación ciudadana ha logrado avances. En la progresividad de derechos han impulsado legislaciones con perspectiva de género y derechos humanos. La academia ha generado diagnósticos que fortalecen la relación entre la investigación y la sociedad civil. Pero también hay situaciones que no podemos ignorar.
Parte nomenclatura política sigue encapsulada en su propia burbuja, distante de las causas ciudadanas. La desaparición de órganos autónomos y el retiro de apoyos gubernamentales a organizaciones sociales han generado un entorno hostil para la participación. El desdén institucional a la participación ha pasado de ser un obstáculo a un castigo para quienes se atreven a ejercer su derecho a incidir.
Entonces, ¿qué hacemos? Es urgente fortalecer el diálogo y rechazar falsas premisas. No podemos permitir que lo posible parezca imposible ni que lo imposible se haga pasar por inevitable.
Los viejos paradigmas son obsoletos. Apostemos por la democracia participativa. No basta con ser seres sociales; también debemos ser seres políticos. Y eso implica una reivindicación urgente de la política y ejercerla desde la ciudadanía.
Idealizar la política es un error, pero despreciarla también lo es. Sin una ciudadanía informada y organizada, la gobernanza no existe. La clave está en asumir el reto: proponer y construir desde la ciudadanía.
@CesarZafra