Descanse en felicidad, Pepe Mujica
Por Waltter López, vocero del Frente Queretano por el Derecho a la No Discriminación y el Estado Laico
Después de una larga lucha contra el cáncer, finalmente Pepe Mujica perdió la batalla y trascendió de este plano a los 89 años, el pasado 13 de mayo de 2025. Descanse en felicidad, Pepe Mujica.
Pepe Mujica, al igual que Nelson Mandela, vivió un profundo proceso de transformación después de pasar años sometido a torturas en las cárceles de las dictaduras de sus respectivos países. Algo cambió en su interior tras tanto tiempo de calabozo y lecturas solitarias. Aquellos jóvenes indomables y furiosos se convirtieron en adultos y ancianos sabios, profundamente conectados con el alma de sus pueblos.
Pepe Mujica fascinó al mundo como un oráculo de la austeridad y la sencillez, una rara avis en la política contemporánea. Su congruencia lo volvió admirado por personas de diversas ideologías, tanto de izquierda como de derecha, en América Latina y el mundo.
Mucho se ha dicho —y se dirá— sobre su vida y obra, pero hoy quiero recordar un episodio particular durante su visita a Guadalajara en diciembre de 2014. Mujica vino a México apenas unos meses después de la desaparición forzada de los 43 estudiantes de Ayotzinapa. En aquel entonces, el país entero seguía en estado de shock. No habíamos podido procesar nuestro duelo. Nadie —ni desde la Presidencia, que pedía “pasar la página”, ni desde las instituciones religiosas— habían tenido la sensibilidad suficiente para ayudarnos a lidiar con ese dolor colectivo tan profundo.
Y entonces sucedió el milagro. Durante su visita, Mujica captó con claridad el sentimiento que flotaba en el aire. Supo leernos el alma. Al recibir la presea Corazón de León de la Federación de Estudiantes Universitarios, en el Centro Universitario de Ciencias Sociales y Humanidades de Guadalajara, el 6 de diciembre de 2014, pronunció un discurso inolvidable:
“Sé que ustedes pasan un mal momento, la sociedad. Compañeros, de las 50 ciudades más peligrosas del mundo, 41 están en América Latina. Pero tampoco es casualidad que nuestro continente es el más injusto de todos los continentes.
Tampoco es casualidad que la desigualdad extrema sea una de las características de nuestras sociedades. Por ello, no debemos impactarnos por las consecuencias de esa larga y honda desigualdad que nos afecta, que niega la democracia, concentra el poder, concentra la riqueza y crea la trampa social de la desigualdad.”
“Porque sientan dolor, nunca se dejen llenar de odio el corazón. El corazón, como el amor, es ciego; el odio también es ciego.
La ventaja que tiene el amor es que construye; el odio, en cambio, destruye. No vivan cultivando el odio, como quien da vueltas alrededor de una columna. Eso no construye. A la vida mírenla con generosidad; no anden con una lupa buscando los pelos al huevo, porque si los buscan… los van a encontrar.”
“Y si quieren un hombro para llorar… ¡aquí está el mío!”
Y entonces se soltó la lloradera. Ese llanto que estaba contenido desde hacía semanas, quizá meses, finalmente encontró una grieta por donde salir. Solo ese hombre viejo y sabio supo olfatearlo. Y con un simple gesto —un hombro ofrecido— nos ayudó a empezar a sanar.
Gracias por eso, Pepe Mujica.
Vuela alto, viejo y sabio revolucionario latinoamericano. Tu legado de humanidad, humildad y justicia permanecerá por siempre en nuestras memorias.