Trascendió en los círculos políticos que la frivolidad del juego de las minorías legislativas está provocando una profunda irritación en el círculo de poder. Se considera que esta grilla es innecesaria, absurda y a destiempo, pues su único efecto real es generar un desgaste institucional que termina por complicar la gestión y la imagen del Ejecutivo. La alarma es evidente: si el liderazgo político no da un manotazo en la mesa de manera urgente para poner orden, las agendas personales y las rencillas fraccionales de estos grupos terminarán convirtiéndose en una crisis autoinfligida para la estabilidad del gobierno.