EL NUEVO “PLAN DE TUXTEPEC”.
Las leyes se renuevan, se modifican de acuerdo a la realidad de la época de cada país. Es por esto que hay Poder Legislativo que supuestamente capta el clamor popular a través de sus representantes y con “independencia” -ajá- propone cambios y adecuaciones. Esto siempre ha sido así desde que la humanidad conoce de organizarse y emitir preceptos de conducta para la mejor convivencia y evitar el caos mediante las leyes.
Es preocupante en la actualidad ver cómo el presidente saliente -Andrés López- y su proyecto de transformación – si es que así se puede definir a ese cúmulo de malas decisiones- es “favorecido” por los nombramientos de los secretarios de estado y cargos de alto nivel en el gobierno entrante. El colmo de la situación es haber nombrado a uno de sus hijos en un puesto clave de su movimiento -disfrazado de partido político- MORENA. Y más alarmante la pasividad con la que la presidenta entrante permite todo esto.
Lo anterior me lleva a pensar en dos escenarios: el primero es que sea muy astuta y “trague sapos” un día sí y otro también porque tiene ya un plan de acción definido y con el tiempo revertirá todo esto a fin de obtener un resultado de país exitoso y trascienda como una gobernante sin igual. No saben cómo me gustaría que sucediera esto.
Segundo: Un escenario con ciertas similitudes ha sucedido en la historia de México en un par de ocasiones más. Me referiré a una en particular que incluye a un dictador, Porfirio Díaz Mori.
Corría el año 1876 cuando en Tuxtepec, Oaxaca, se anunció el “PLAN DE TUXTEPEC” elaborado por el General Porfirio Díaz. Se firmó el 15 de enero de ese año y fue apoyado por otros generales; la importancia de tener al ejército de su lado- esto parece muy familiar actualmente. Por cierto, este “Plan” fue una argucia de Porfirio Díaz a fin de burlar la ley; en particular la Constitución de 1857 y mediante su “Ejército Regenerador de la República Mexicana “ -¡Ohhhhh! Ya se hablaba de regeneración- vaya coincidencia propuesta por un dictador.
¿Qué ocasionó esto? En ese entonces era Presidente Sebastián Lerdo de Tejada, que había llegado al cargo como interino al morir Benito Juárez García. Convocó a elecciones y ganó, gobernando durante el periodo de 1872-1876. Al terminar su mandato, se postuló de nuevo y ganó por segunda ocasión por la vía de las elecciones para un segundo mandato. En ese momento, el presidente de la Suprema Corte de Justicia, José María Iglesias, piensa y externa que dadas las irregularidades y fraude en las elecciones de Lerdo de Tejada y las califica como “el mayor ultraje a la soberanía popular” y declaró que era un golpe de estado.
Es ahí cuando el General Porfirio Díaz pactó con José María Iglesias y le propuso lo que se conoce como el “CONVENIO DE ACATLÁN” que no aceptó Iglesias debido a que era contundente y le proponía desconocer los tres poderes federales y tomar el gobierno por la fuerza. Al ser consciente de que el General Díaz tenía al ejército de su lado, redactó lo que se conoce como el “PLAN DE SALAMANCA” que en resumen decía que su gobierno sería provisional, convocaría a lecciones y que él no participaría como candidato. Es de resaltar cómo siempre hay modo de “darle la vuelta” a la ley. Y casualmente, en ese entonces contaban con el apoyo del mismísimo presidente de la Suprema Corte de Justicia, es por ello que en la actualidad, se le de tanta importancia al control de la Corte. Otra “coincidencia” de la historia. Es así como José María Iglesias “gobierna” poco más de una semana, del 20 al 28 de noviembre de 1876 y basado en el artículo 6º del Plan de Tuxtepec -que no de la Constitución- que decía:
“Artículo 6o El Poder Ejecutivo, sin más atribuciones que las administrativas, se depositará, mientras se hacen elecciones, en el Presidente de la Suprema Corte de Justicia actual, o en el magistrado que desempeñe sus funciones, siempre que uno u otro, en su caso, acepte en todas sus partes el presente plan, y haga conocer su aceptación por medio de la prensa, dentro de un mes contado desde el día en que el mismo plan se publique en los periódicos de la Capital.
El silencio o negativa del funcionario que rija la Suprema Corte, investirá al Jefe de las Armas con el carácter de Jefe del Ejecutivo. “
Es así como el General Díaz asumió el poder como ENCARGADO DEL PODER EJECUTIVO” por nueve días y para darle “legalidad” a su golpe de estado dentro de la ley, designó a Juan Nepomuceno Méndez quien fungió como Presidente de México durante casi dos meses y medio y ahora sí, al renunciar, nombró como presidente interino al General Díaz a fin de cumplir con la Constitución y lo demás ya lo sabemos.
Es preocupante en extremo, una analogía de los pretextos -perdón; justificaciones- que llevaron al General Díaz a emitir su plan para llegar al poder; estos eran principalmente la larga presidencia de Juárez en el poder, la soberanía del país violentada en varias ocasiones, la mala aplicación de los recursos del estado con abusos de la clase gobernante, la administración de la justicia que “SE ENCONTRABA EN LA MAYOR PROSTITUCIÓN”, el poder municipal que había desaparecido y decía que la educación pública se encontraba abandonada. Vaya serie de coincidencias con el discurso actual, llama la atención el referente al poder judicial. Al parecer la mente de cualquier dictador funciona de manera similar.
Es así como mi preocupación es que en la actualidad la presidenta entrante sea alguien como Juan Nepomuceno Méndez o como Manuel González Flores, otro presidente impuesto por Porfirio Díaz a fin de “cumplir con la ley” y continuar con su gobierno tras bambalinas. La dictadura de Díaz terminó por causa de presiones y “trabajos de inteligencia” del gobierno de los EUA debido a que el gobierno del General no comulgaba con los intereses de aquéllos -vaya coincidencia-. Fue tanta a presión que incluso se gestó desde aquél país la Revolución Mexicana pero eso ya es otra historia.
Ojalá la Presidenta Sheinbaum tenga su plan, tenga apoyo de quien lo debe tener, sea lo suficientemente astuta para navegar en el mar de corrupción y aparentes maquinaciones que se han gestado con mayor evidencia desde el último año. Ya tuvimos un José María Iglesias, ya tuvimos un Juan Nepomuceno Méndez, ya tuvimos un Manuel González Flores. Esta historia que de manera preocupante no la conoce la mayoría de los mexicanos -y por cierto no les interesa-, puede repetirse. Las características de los pillos que se convierten en dictadores son las mismas sin importar el tiempo en que hayan existido. Ojalá Sheinbaum tenga la fuerza suficiente para poner orden en el país ojalá no exista un acuerdo para fungir como “interina”. El tiempo y los hechos nos dirán.
Javier Estrada.