Nuevamente he de agradecer la oportunidad de estar en este espacio. A veces la paradoja nos alcanza y nuestra historia personal se ve obscurecida por nuestras historias. En fin…
Sigo corroborando que el problema de México es básicamente solamente uno: Ignorancia. Esta es la madre de todo lo malo que nos sucede como nación. Cito a Alexander Von Humboldt -deseo fervientemente que el lector sepa a quién me refiero-; aquel incansable explorador prusiano que en el siglo XIX pasó grandes temporadas en nuestro país:
“México es el país de la desigualdad. Acaso en ninguna parte hay la más espantosa distribución de fortunas, civilización, cultivo de la tierra y población. La capital y otras muchas ciudades tienen establecimientos científicos que se pueden comparar con los de Europa. La arquitectura de los edificios públicos y privados, la finura del ajuar de las mujeres, el aire de la sociedad: todo anuncia un extremo de esmero, que se contrapone extraordinariamente con la desnudez, ignorancia y rusticidad del populacho. Esta inmensa desigualdad de fortunas no sólo se observa en la casta de los blancos (europeos o criollos), sino que igualmente se manifiesta entre los indígenas.”
Por increíble que parezca, esto fue escrito alrededor de hace 200 años. Es verdaderamente asombroso que prácticamente no haya cambiado en mucho la descripción de la sociedad mexicana en dos siglos. Esto no es coincidencia; hay indicios de que tanto gobiernos locales como extranjeros han pugnado porque esto continúe de esta manera y lo han logrado con éxito a través de décadas.
Tuve la oportunidad de viajar a más de 10 ciudades de México en el último año y me di a la tarea de observar a la gente común, a la que veo en la calle, a esa población que representa el más del 90 % de los habitantes de México. Blancos, morenos, amarillos, indígenas, descendientes de criollos, ricos, pobres, de clase media, miserables, en fin. Esto último sin miedo a las palabras y descriptivamente, no limitativamente. Me aterroriza y me preocupa que prácticamente todos usaban su teléfono celular en algún momento o con frecuencia repetitiva. Ya no observé casi por ninguna parte a gente con libros -que no fueran escolares- mucho menos con periódicos. Traté en algunos casos de ver discretamente qué atraía tanto su atención en las pequeñas pantallas de esos milagros tecnológicos llamados ¨teléfonos inteligentes¨… Eran videos cortos, redes sociales, imágenes, más videos cortos, videos de “youtubers”, pornografía, “chats”.
Es realmente preocupante cómo la descripción social de hace varios siglos encaja perfectamente en la actualidad en nuestro país. Parece que a nadie le preocupa esta peligrosísima manera de dominar a una sociedad altamente tecnificada por unos cuantas compañías, pero tan ignorante que la gran mayoría no puede comprender un texto de dos cuartillas “a la primera”. Una sociedad que si tomáramos una muestra de ciudadanos con o sin estudios para hacerles una prueba de lectura en voz alta, nos avergonzaríamos solo de escucharlos. Ese es el punto donde la gran mayoría es suceptible de aceptar los gobiernos como los que hemos tenido y la muestra de que va peor en cuanto a incultura e ignorancia, es haber elegido un gobierno como el actual. Basta
verlos vestir -a los políticos actuales´, hablar, discutir… para darnos cuenta de que tanta falta de comprensión y de lectura, nos ha cobrado muy cara la “factura” como país.
Si estás leyendo estas líneas, asumo que no perteneces a ese grandísimo porcentaje de alfabetos disfuncionales que pululan por doquier. Te pido me ayudes a sugerir a los demás, leer. Un libro, una revista, el periódico. Pero ayúdame a que lean, a tratar de combatir los errores de nuestra historia para bien y ahora.
Hasta la próxima.
Javier Estrada