Dejamos que cursara la ola de columnas del lunes 2 de agosto, mismas que giraron en torno a la consulta popular que se celebró este pasado domingo, a efecto de pretender no pasar tan desapercibido. Ya mucho se ha escrito al respecto: que si fue un fracaso, que si faltó difusión, que a la mayoría legislativa le vale gorro y van a seguir con su plan (¿?), entre otras líneas narrativas.
No obstante hay que destacar algo: el INE hizo su trabajo y lo hizo bien. El organismo que por excelencia es un distintivo de nuestra democracia se adaptó al raquítico presupuesto y puso en marcha el primer ejercicio de consulta (serio) en México. Y guste o no, esto sienta precedente en la vida democrática nacional. Si la sustancia de esta consulta en específico no nos gusta (en lo personal, la menosprecio), es otro boleto. Si usted es un asiduo seguidor de los podcast de La Cruda Verdad constatará que quien redacta estas líneas, ya ha expresado que la materia de este ejercicio en concreto simplemente es un sin sentido, sin embargo la puesta en marcha del andamiaje institucional por parte del INE fue, como en otras ocasiones, pulcro.
Motivo por el cual este organismo debe seguir siendo protegido de las intentonas por desmantelarlo. Alfredo Jalife, analista político, de plano perdió el piso y acusó al Instituto de boicotear la consulta, además de calificarlo como el «peor peligro» para los ciudadanos.
A penas ayer leía una opinión en Twitter (esa tranquila y nada tormentosa red social) que exigía a López Obrador acciones «sin importar si son democráticas para desaparecer al INE». Es un locura querer echar a la basura al único organismo que brinda, en cierta medida, estabilidad a los procesos electorales, hecho que permite transiciones pacíficas y ordenadas en México. Fue el INE la institución que organizó la elección de la que salió victorioso Andrés Manuel. Pero hoy este organismo se ha tornado una “molestia”, por eso los esbirros ahora lo menosprecian.
El INE es una institución que es necesario mantener alejada del poder. De lo contrario volvamos a la Comisión Federal Electoral, esa que despachaba Bartlett en la década de los 80.
PARA EL CIERRE
Francisco Domínguez, gobernador de Querétaro, va en serio por la dirigencia nacional del PAN. Esa palestra, según algunos, podría servir como catapulta para la candidatura del 2024 de cara a la elección presidencial. En el camino se topará con el excerillo, Ricardo Anaya Cortés, quien se enamoró del “ya merito”, y anda tendido en la búsqueda de los espacios que le garanticen volver a participar. La revista Campaigns and Elections ubicó a los dos queretanos como punteros para quedarse con la candidatura panista dentro de 3 años. Lo que llama la atención es que pese a la súper exposición nacional que tiene Anaya desde hace 3 años, Domínguez se coloca a penas con 9 puntos por debajo de Ricardo (25% vs 34%). Esto aún no comienza y ya se siente calientito.
DIEGO PARRA GARCÍA
Twitter: @LaEspadaDeSanti