La Asamblea del PRI, base del lanzamiento de Alito
Este fin de semana el PRI llevó a cabo su Asamblea XXIII, que es el máximo órgano de ese partido. Ahí es donde se mueve la machaca tricolor, espacio que aprovechan para contornearse políticamente y mostrarse con todos sus adornos cara a cara, para vestirse con sus mejores garras y exponer uno que otro discurso taquillero. Vaya, para lucirse.
Y pareciera que así fue. En términos generales el PRI no realizó cambios en sus documentos básicos, sin embargo en voz del coordinador de los diputados, Rubén Moreira, el tricolor se definió como un partido socialdemócrata. Pero no solo eso, sino que también se asumieron como feministas, ambientalistas, enemigos de la discriminación y progresistas, además de darle «una patada al neoliberalismo».
No entiendo muy bien qué quisieron decir con aquello de mandar a volar al neoliberalismo, pero lo que alcanzo a leer un poquito entrelíneas es que aprendieron muy bien la lección de Andrés Manuel. La línea discursiva del tabasqueño es repetitiva (como campaña de guerra) en torno a que dicha teoría económica y política nos tiene como nos tiene. Los priistas notaron que es redituable, al menos para el mesías así ha sido. También vislumbraron, con mucha claridad, que el feminismo es el mayor movimiento de oposición que enfrenta López Obrador, por lo que ahora también abordarán esa tren. Y lo mismo ocurre con la discriminación y eso de ser «progresistas»; sin duda observan con mucha nitidez la realidad que permea en el país.
Pero hay un problema: es el PRI, y en preferencias no les va muy bien que digamos. No en balde el exgobernador queretano, Enrique Burgos García, espetó que se requiere el impulso de candidatos jóvenes, pero sobre todo creíbles. La marca no sirve, por eso la búsqueda de apostar por los perfiles.
Y de paso esta Asamblea sirvió (y de hecho es sobre lo que más se ha hablado) como el evento de autodestape de ‘Alito’ Moreno para pretender la candidatura presidencial en el 2024. A la Roberto Madrazo. No entienden, manos.
Leonor Mejía, presidenta
Contundente e incuestionable fue el resultado obtenido por Leonor Mejía en la contienda panista. 78% de los sufragios a su favor, mientras que Eduardo Loyola alcanzó un flaco 22%. En números absolutos: 3,848 y 1070, respectivamente. ¿Qué nos dicen estas cifras? Que hay un grupo dominante con el que la gran mayoría está de acuerdo, que hay estabilidad interior, que la nueva dirigente tendrá una tarea muy grande para poner de acuerdo a los panistas de cara al 2024, que su legitimidad de origen es clara, pero lo que también nos dicen estas cifras es que un solo perfil, el de Eduardo, alcanzó 1070 votos. El resto de los grupos sumaron los 3,848.
Los mismos azules sabían (y desde fuera era notorio) que Leonor ganaría, pero (malditos peros) siempre hay ese ligero cosquilleo desesperante por la inevitable incertidumbre que genera cualquier proceso democrático. Esa tradicional y poco escondible pregunta interior: «¿Y si no…?».
Mejía tiene claro el mapa y lo mostró en su discurso de victoria: «reconozco el trabajo de mi compañero Eduardo, quien logró sumar distintas expresiones del panismo. Hoy asumo la responsabilidad de hacer propias esas voces.» El PAN es fuerte en Querétaro, pero las veces que han perdido (en el 2009 la gubernatura y en el 2012 la joya de la corona) se debieron a que algún descarriado y enojado les jugó en contra.
Hay mucho trabajo por delante. ¡Enhorabuena!
Para el cierre
El que sigue bien movido es el excandidato de Morena a la capital, Arturo Maximiliano García Pérez. Va, viene y escribe, a parte de echar tacos callejeros. Dicen que prepara su llegada a la Delegación de Bienestar, en donde uno que otro Director se mareó y pretexta su falta de atención en el «exceso de trabajo». A ver si no los sacuden el año entrante.
@LaEspadaDeSanti