El banderazo del Tren México-Querétaro exhibe una alianza inusual entre Sheinbaum y Kuri y también pone en evidencia las fracturas internas en Morena que marcarán el rumbo hacia 2027.
El arranque de las obras del Tren México-Querétaro, encabezado por la presidenta Claudia Sheinbaum y el gobernador Mauricio Kuri, marcó un hecho inédito en la política reciente: la colaboración franca entre gobiernos emanados de partidos históricamente enfrentados. Más allá de la infraestructura, el acto reflejó un calculado movimiento de ajedrez político que puede reconfigurar el escenario electoral rumbo a 2027.
La imagen de Sheinbaum y Kuri juntos, celebrando el “sueño hecho realidad”, no fue fortuita. En un país polarizado, Querétaro —tradicional bastión panista— se convirtió en el escenario ideal para mostrar que la gobernabilidad y el pragmatismo pesan más que las trincheras partidistas. La frase de la presidenta, “lo mejor es ponernos de acuerdo en todo”, dirigida a Kuri, resonó como un mensaje estratégico: en tiempos de transición, la estabilidad se construye incluso entre adversarios.
Sin embargo, el evento también dejó en evidencia las fracturas internas de Morena en Querétaro. Mientras la presidenta hablaba de unidad, el grupo porril de Morena en Querétaro intentó empañar el evento con abucheos, revelando un partido dividido entre quienes comprenden el nuevo rumbo conciliador de la presidenta y quienes insisten en el enfrentamiento. Las tensiones entre los grupos de Gilberto Herrera y Santiago Nieto, sumadas a deserciones como la de Bertín Velázquez, exponen un Morena dividido y debilitado que no parece construir una oposición seria ante el fortalecido gobierno del PAN en Querétaro que sigue generando desarrollo, nueva infraestructura y atrayendo las inversiones más importantes al estado.
El Tren México-Querétaro, más que un proyecto de infraestructura, será un termómetro político. Su avance o su fracaso, su impacto en la conectividad regional y en la percepción ciudadana, y sobre todo la forma en que los partidos y sus liderazgos lo capitalicen, serán determinantes en la configuración del próximo ciclo electoral.
Lo que arrancó como un banderazo de obra, podría ser, en realidad, el banderazo de salida hacia la disputa política más intensa que Querétaro ha vivido en los últimos años.
La ciudadanía deberá estar atenta no solo a la construcción del tren, sino a la forma en que sus líderes construyen —o destruyen— el futuro político de la entidad.