México, un país con 94 millones, 776 mil, 387 de electores distribuidos en casi 2 millones de kilómetros cuadrados, en aras de la supuesta “austeridad franciscana”, para el buen desarrollo con eficiencia, confiablidad y efectividad de las elecciones del año 2024, dentro de un mismo proceso electoral en que habrán más de 20 mil cargos de elección popular en juego, el gobierno federal no debe imponer restricciones económicas, mucho menos inhabilitar a los organismos electorales. El objetivo de AMLO: poner en riesgo la gobernabilidad y la democracia mexicana.
Diputados federales y senadores terminaron por aprobar aberrantes iniciativas de reformas del presidente de la República, en materia electoral, quienes, supuestamente privilegiaron el “ahorro económico”, desdeñando la estabilidad democrática y la confiabilidad en los resultados de procesos electorales limpios y transparentes que ha venido desarrollando el INE por más de 30 años.
En el 2024 habrá elecciones para renovar la Presidente de la República, el Congreso de la Unión, cientos de diputaciones locales, ayuntamientos, sindicaturas y alcaldías. Todas esas elecciones correrán serio peligro de fracasar por el simple afán de “ahorrar miles de millones de pesos”, según han argumentado legisladores y presidente López Obrador.
Si prosperan las tramposas reformas electorales, el INE se verá en la obligación de despedir a cientos de empleados del servicio profesional electoral, ya no habrá capacitación adecuada y oportuna para los miles de integrantes de las mesas directivas de casilla; los legisladores aprobaron la desaparición de 300 órganos electorales dependientes del INE; se avecina una catástrofe electoral y democrática.
También aprobaron poder notar sin credencial de elector en el extranjero, podrán utilizar los connacionales cualquier otra identificación para ejercer su derecho al voto, lo cual viola implícitamente la Constitución.
El colmo, el autor de la iniciativa, confesó no saber ni qué fue lo que aprobaron sus legisladores, por eso está dispuesto a “vetar” artículos de sus propias iniciativas, los cuales, para unos restringen presupuesto millonario y a otros (partidos políticos) se les premia para tener registro seguro de partido ante el INE y dinero suficiente, producto de las prerrogativas. Verdaderas contradicciones en la pretendida intención de “ahorrar dinero” y hacer más baratos los procesos electorales. AMLO advirtió que “vetaría” lo que él supuestamente no promovió; aquello que, según él, fueron los duendes quienes metieron mano en la redacción en todo aquello que nadie conoció, pero sí votó, de todo aquello de lo cual no se enteraron ni cómo quedó la redacción, ni qué fue lo que enviaron a la Cámara de Senadores; después tuvieron que enmendar parcialmente la plana a los diputados federales; esta vez los senadores solo corrigieron las comas, lo demás prevaleció ¡La inconstitucionalidad se fortaleció!
Ricardo Monreal simplemente guardó silencio, votó en contra; pero, pero a sabiendas que las reformas pasarían, incluso con menos del 50% de total de senadores, por eso varios legisladores faltaron o se salieron del salón para que pudiera prosperar el latrocinio electoral. Trampas en el manejo de las mayorías para alcanzar los porcentajes que exige la Constitución.
Quedó constancia de un proceso legislativo plagado de irregularidades, desde la intromisión grosera de Augusto López, Secretario de Gobernación, así como la recepción de las iniciativas hasta la supuesta conclusión, llegaron los mismos legisladores a la confusión por la conclusión del periodo ordinario de sesiones de ambas Cámaras.
Unos trámites legislativos corrieron el trámite para su promulgación y publicación por parte del perverso promotor del titular del Poder Ejecutivo. Parte del proceso legislativo quedó literalmente atorado por haber sido enmendada redacción y cambios por la Cámara Alta, derivado de las torpezas, los abusos y errores cometidos por diputados de la Cámara Baja; en unas cuantas horas aprobaron lo que no conocieron; a su vez, la Cámara de Senadores tuvo que devolver a la Cámara de origen para su aprobación, en eso cayó la guillotina del tiempo, dado que dichas correcciones tenían que regresar a la Cámara Alta. Trabajo por demás sucio en todos los sentidos.
Creado el caos generado y fortalecido por legisladores morenistas y sus aliados, todo por el afán de desmembrar al INE y al TEPJF, los juicios de inconstitucionalidad son garantizados y esperan su turno. Los juicios serán promovidos por el mismo INE, la oposición en ambas Cámaras, la ciudadanía que aprecian una afrenta violatoria a la Constitución, en detrimento de sus derechos políticos. La democracia mexicana en riesgo.
Las reformas electorales promovidas por AMLO, cercenan funciones esenciales de carácter procesal, impulsan el despido masivo de empleados y le restan recursos públicos para poder atender más de 160 mil casillas, así como los insumos para el buen desarrollo de las elecciones. Incluso las boletas electorales corren el riesgo de ser falsificadas y utilizadas por el gobierno federal para el relleno de urnas.
Sin lugar a dudas, los mexicanos enfrentamos un temible y terrible fracaso en los resultados de las elecciones de más de 20 mil cargos que estarán en juego en el 2024, se pierde la transparencia y eficacia de la democracia. Anunciado con antelación, el gobierno federal podría destruir nuestra incipiente democracia, solo por ahorrar presupuesto público que, para otros fines es derrochado en obras multimillonarios que han consumido toneladas de dólares. Obras que hasta hoy son un rotundo fracaso, para ellas no hay reparo en derramar dinero público, para la democracia y ejercicio de los procesos electorales es otra la política, ahí impera la “austeridad republicana”, en perjuicio de la democracia.
Vacaciones frustrantes de fin de año para unos; para los duendes, felices. No podrán citar a periodo extraordinario y desfacer el entuerto, Morena y aliados no tienen mayoría en la Comisión Permanente, excepción hecha de poner en práctica las amenazas, las torturas, los premios de navidad o las traiciones entre militantes.
Al final, de quien se esperaba un “milagro”, terminó siendo el mismo diablo de siempre, Ricardo Monreal quedó mal con todos. No funcionó su estrategia, aunque no haya purga, quedó más maloliente en Morena.
Todos en espera de los juicios de inconstitucionalidad y amparos, bajo la tremenda incertidumbre del débil y rastrero actuar de algunos ministros que obedecen ordenes de AMLO y pasan por alto los principios constitucionales. Quienes tienen el deber de velar por el respeto a la Constitución, terminan por destrozar el Estado de Derecho. A unos pasos de la Dictadura de izquierda.
Héctor Parra Rodríguez