Yo, como Santo Tomás, sigo el dicho “hasta no ver, no creer”. Y sí, lo vi.
En un panorama general, el Senado va tomando forma con sus posibles candidatos. Del lado azul, ya hemos hablado incluso del futuro incierto que tienen las tapitas azules; aún no hay claridad.
La lucha se medirá entre dos fuerzas y del lado de la oposición queretana, quien tiene todo el respaldo para encabezar la alianza es Ricardo Astudillo. No es una especulación mía, lo vi y escuché en el set principal de la política nacional.
Morena, quien conoce sus virtudes pero también sus debilidades, no tiene reparos en respaldar estados y candidatos donde otras fuerzas puedan tener un mejor papel; entre ellos se encuentra Querétaro con Astudillo Suárez. Y repito, no es un anzuelo que se lanza para atraer y guiar la conversación; lo vi yo mismo, nadie me lo cuenta porque estuve ahí.
Ricardo es un líder natural y con carácter. Puede ser odiado o amado por muchos, lo que sí les puedo decir, es que Astudillo es amado en su partido, en lo local y lo nacional. Miren, su dirigencia de años ha dado resultado. Si no fuera una pieza importanate de cohesión, ya hubiera sido destronado. Funciona, y los liderazgos que construye se lo reconocen. En el PVEM a nivel nacional lo agradece. De manera franca y sin ser una simple cortesía, Manuel Velasco, la corcholata del PVEM, le comenta que será senador. No es una simple cortesía, es una realidad.
Repito, nadie me lo contó, yo lo vi.
Y es que no se trata de un sueño ‘guajiro’, sino de toda una posibilidad. Quienes decidan contender, tendrán que medirse con Ricardo pues dependiendo de cómo se configure el futuro, Astudillo llegará. ¿En qué posición estará cada lado? Dejémoslo a la emoción de un guion no terminado. Pero de que veremos a Astudillo en la tribuna del Senado, debatiendo y arengando, eso es seguro.
La política es un Partit de Costellada. La traducción al castellano sería como un “partidito” que se hace durante una carne asada; informal, entre amigos. Así es la política.